Existen todo tipo de amantes de la música. Están los coleccionistas, que probablemente recurran a formulas matemáticas para organizar sus discos. Los que tienen discografías completas de algunos artistas y conocen su vida y obra, pero si los sacan de su coto tienden a desorientarse. Los hay selectivos, que no tienen su casa atiborrada de CDs pero pueden hacer pasar un mal rato a cualquiera con aires de experto. O los históricos, que atesoran sus vinilos aunque los visitantes ocasionales a su guarida la califiquen de museo.
Para ellos, para los principiantes con aspiraciones a más, o los que se dejan llevar sin traumas por las melodías de moda en la radio, nunca están de más algunas vivencias.
Por el principio
Si se quiere empezar un ordenamiento meticuloso lo mejor nada mejor es el alfabético. No importa si es por intérprete (más recomendable) o por título. Si a esto se transcribe a un archivo de computadora, mucho mejor. Puede ser un simple archivo de texto, un documento, o una base de datos si se quiere más sofisticación.
La ventaja de la base de datos es que se con ella se pueden realizar búsquedas combinadas: toda la discografía de un intérprete, todos los discos editados en un año determinado, todas las versiones que tenemos en nuestro poder de cierta canción y más en ese estilo. Incluso hay algunos programas que fueron diseñados especialmente para llevar un seguimiento de colecciones de películas o discos. Es cuestión de perder un rato en Internet y ver las opciones.
Pasando al aspecto de la distribución física de los discos, se puede agregar un matiz a lo obvio. Luego de separar prolijamente nuestras pertenencias musicales en LPs, casetes y discos compactos, nos tenemos que preguntar: ¿cuánto de todo ese material viejo realmente volveremos a escuchar? O más aun: ¿cuánto sigue todavía en condiciones de ser escuchado?
Música que ocupa lugar
Luego de recuperarnos de una eventual “limpieza” que puede ser dolorosa, conviene guardar lo que todavía sirve en un lugar seco y templado. Tanto la humedad como el calor son enemigos número uno en este caso y, dado un tiempo prudencial, pueden hacer estragos. Otra cosa a contar es no situar nada pesado sobre nuestros discos.
Siguiendo con el tema de conservar en buen estado la música, bien vale seguir un consejo propio de la era de las computadoras personales. Es sabido que todos los formatos que soportan música (vinilo, cassette, CD, mini-disc y los que vendrán) sufren un deterioro con el paso del tiempo. Esto es inexorable, más allá de los paraísos artificiales que venden las publicidades. La solución para esto es realizar periódicamente copias de resguardo (backups) de la música. Ya sea en la forma de copias en CD, o pasándolo a MP3, es una manera válida de ahorrarse penurias.
Y si hablamos de discos tendremos que referirnos también a los reproductores. Aquellos melómanos empedernidos suelen tener más de uno en su casa. Para ellos, una buena es repartir físicamente su colección de discos, no concentrarla en un solo lugar de la casa. De esa forma, se logra más fácil acceso y se ordena mejor una colección muy numerosa.
Tanto si se sigue este consejo como si se lo desecha, recordar que lo mejor es comprar muebles diseñados específicamente para CDs, casetes o lo que fuera. Nada de apilar discos sobre bibliotecas, mesas o lugares aun menos ortodoxos. Si el dinero alcanza, se puede diseñar un armario especial con varios cajones donde se puede concentrar los discos más preciados o los de acceso más frecuente.
Hilando fino
Hay quienes afirman que los géneros musicales surgieron especialmente para aquellos que se esmeran en catalogar su colección hasta el mínimo detalle.
Por eso, si con el orden alfabético no alcanza, las combinaciones y subdivisiones que se pueden hacer son poco menos que infinitas: rock, jazz, clásica, gospel, o Folk son sólo el principio de un camino que puede adentrarse hasta espesuras impensadas incluso por el más acérrimo coleccionista.
Ejemplo práctico: Los que sepan descifrar que se oculta bajo el amplio manto del rock apelarán a categorías tales como pop, soul, new wave, punk, hard rock, grunge, nü metal y hasta se animarán con un par que todavía no fueron inventadas. (Los amantes de la música clásica suelen ser más rigurosos. Para ellos es pecado de muerte que compartan un mismo espacio las sonatas para piano de Beethoven con las operas grandilocuentes de Wagner).
Y si nada de esto los convence, aquellos valientes que encuentren el orden en su propio desorden pueden seguir un consejo que aparece en la película “Alta Fidelidad”. Allí el protagonista, dueño de una tienda de música y disc-jockey ciclotímico, combate su aburrimiento tirando todos sus discos en el piso de su departamento y reordenándolos de manera autobiográfica.
Después de todo, no se trata de un orden inalterable que hay que respetar, sino de poder encontrar fácilmente la música que trae alegría por medio de la manipulación de las sensaciones que aporta la música con sólo pulsar play.
… ADICIONAL
Entre las pasiones de Hitler se encontraba la arquitectura y la música donde lo mismo podian encontrarse las sonatas para piano Opus 78 y 90, de Ludwig van Beethoven, o la obertura del Holandés errante, de Richard Wagner, interpretada por la orquesta del Festival de Bayreuth, que obras de compositores pertenecientes a pueblos que los nazis consideraban inferiores, entre ellos los rusos Tchaikovski, Borodin y Rachmaninov. Así, tras el número de inventario Cuartel general del Führer 840, yace una grabación de la empresa Electrola con la etiqueta «Bajo en ruso con orquesta y coro». Su contenido es el aria de la Muerte de Boris Godunoff, del compositor ruso Modesto Mussorgski, cantada por el bajo ruso Fiodor Schaliapin. Otro de los álbumes contiene exclusivamente obras de Tchaikovski con el astro del violín Bronislav Huberman, un judío polaco, como solista.
El anterior descubrimiento se le atribuye a Lev Besymenski, capitán del servicio de exploración militar del frente bielorruso quien tras la victoria aliada recibió la orden de inspeccionar la cancillería del Reich, incluido el búnker del Führer. Besymenski así lo hizo pero conservó estos objetos para sí.